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martes, 28 de abril de 2015

Casi nunca

TÍTULO: Casi nunca

AUTOR: Daniel Sada

EDITORIAL: Anagrama. Narrativas hispánicas

NÚMERO DE PÁGINAS: 373

FORMATO: Rústica

FECHA DE PUBLICACIÓN: noviembre 2008

PREMIO HERRALDE DE NOVELA

SINOPSIS:

Demetrio Sordo es un agrónomo que pasa sus días en la grisura de su empleo como administrador y técnico agrícola en un rancho de Oaxaca, en 1945. Un día, aburrido, decide que el sexo dará sentido a su vida y va al primer burdel que encuentra. Ahí termina muy allegado a una morena, Mireya, con quien se entiende a la perfección. Poco después, la madre de Demetrio, Telma, le pide que viaje hasta Coahuila, donde ella vive, para asistir a una boda en la población de Sacramento, hogar de su prima Zulema. La idea obvia es que el joven se entienda con alguna señorita ilustre de la comunidad para que haya boda. Y así sucede: Demetrio queda prendado de Renata y casi de inmediato comienza su compromiso.
Se establece así el principal conflicto de la novela: Demetrio quiere mantener ambas relaciones hasta que sea inevitable romper con Mireya. Pero ésta ya ha pensado en que sea el agrónomo su salvador, quien le ayude a salir del burdel y se case con ella para formar juntos una familia. Cuando él regresa a Oaxaca, ella busca quedar embarazada y termina por huir del burdel pensando que su galán la acogerá. Éste solo acierta a trazar un plan de huida. Retira todo su dinero del banco, los ahorros de tres años para comprar una casa, y se sube con la chica en un tren con destino a la frontera, pero no llegan juntos: él se baja primero y huye. Aparece en Sacramento, y su tía Zulema le recomienda que vaya a buscar a un viejo amigo que le dará trabajo. Así consigue Demetrio una posición estable y ahorra cierto dinero.
Continúa su compromiso con Renata, pero muy pronto queda harto de los tres ranchos alejados que tiene que supervisar y que no le aportan sino soledad y, sobre todo ahora que se ha deshecho de Mireya pero no se ha casado con Renata y no hay burdeles en la proximidad, nada de sexo. Deja entonces el lugar, se va a casa de la madre, en Parras, y juntos abren unos billares de gran éxito. Un día está a punto de perder a Renata porque ya no puede más y le besa lascivamente la mano. La determinación de Demetrio empieza a flaquear ante las inacabables dificultades para consumar la unión con su amada. 
Este procedimiento anecdótico que oscila entre la perversión y la santidad, da cuenta del edificio verbal que ha construido Daniel Sada: narrador obsesionado por encontrar una voz propia, y lejano, por supuesto, de la mera gimnasia experimental. Además de una trama divertida, que no decrece en su nivel de intriga, Sada logra que la atención del lector recaiga en la materia de su tejido, en las complicadas (aunque nada incomprensibles) vueltas del lenguaje, como si éste tuviera a su vez su propia historia que contar paralela a la de los hechos y elaborada con tesituras, tonos, cimas y valles. A la par de la historia, el decurso fraseológico revela una tercera novela, la que de verdad importa, que solo se intuye en un principio pero que suma al final: es la creación de una realidad vasta, edificada como un conjunto fascinante de actos y palabras. Casi nunca es la última y espléndida novela de un gran autor mexicano, tan valorado por escritores como Álvaro Mutis, Carlos Fuentes y Juan Villoro, entre otros, hasta llegar hasta Roberto Bolaño: "De mi generación admiro a Daniel Sada, cuyo proyecto de escritura me parece el más arriesgado".

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La sinopsis de Anagrama, como todos sabemos, son demasiado específicas para mi gusto. Al leerlas te desvelan más de la mitad de la trama de la novela. Es una pena, porque la parte fascinante de leer es descubrir la historia con cada página que pasas, pero mejor será olvidarnos de esta exhaustiva sinopsis y centrarnos en la novela de un modo más genérico.
Hacía tiempo que no me encontraba con un libro que me costara tanto leer. Muchos piensan que es una pérdida de tiempo leer novelas que no te llenan, pero también es cierto que hay que darle oportunidades y, según mi opinión, intentar encontrarle ese algo que la hace especial y que puede que al final acabe enganchándote. Pero dejemos este debate para otro momento ya que en este caso el resultado ha sido negativo, pero sin arrepentimiento de haberlo intentado. Como un plato con algún ingrediente que no te gusta y que por mucho que lo disimules con otros, sigue sin gustarte.

Hablamos de una autor de origen mexicano, un dato importante para comprender la forma diferente de su escritura, con un lenguaje muy particular, un ritmo enrevesado, un vocabulario muy específico de la zona y un narrador omnisciente que, en ocasiones, habla directamente con el lector. Para poder entenderlo, mejor leerlo:

El sujeto era un tal Demetrio Sordo, flaco y alto, casi a punto de cumplir treinta años, afecto a las cosas del campo, donde residía a medias su felicidad laboral, pero su solaz: ¿Cuáles emociones? La cotidianidad nocturna del juego del dominó en una cantina de mala muerte, o los paseos, pocos, sin chiste, de apenas tres kilómetros, o menos; o cafetadas vespertinas, siempre solitarias y sin para qué.

Demetrio es un joven solitario, con un trabajo que le da para vivir independiente en la ciudad de Oaxaca, pero no para ser feliz. Su vida es una triste monotonía que alarga hasta encontrarse con algo que para él será todo un descubrimiento, el placer del sexo. Un sexo pagado en burdeles de lujo y que le evaden de su deprimente existencia.
El sexo como obsesión y motor de su vida hace que Demetrio acabe acudiendo a su cita diariamente con el placer, agradeciendo los favores sexuales de una prostituta llamada Mireya con la que acaba teniendo una relación muy personal.. Ella le aportará placer, sexo variado y desconocido y una vía de escape de su aburrido mundo. Pero Mireya es una mujer de la calle y los planes, tanto de Demetrio como de su madre Telma, siempre han sido mucho más ambiciosos y socialmente aceptados, así se lo asegura ella en un viaje con motivo de una boda a los que madre e hijo han sido invitados:

Estoy segura de que en Sacramento hallarás a la mujer de tu vida, la que será la madre de tus hijos.

Mucho tenía que decirle la madre en un viaje muy largo que, en la época de la que hablamos, 1945, se hacía aún más largo debido a la falta de infraestructuras adecuadas para atravesar el desierto de México hacia localidades recónditas como Sacramento.

Una aclaración, Sacramento era horrendo. Un pueblo enclavado en pleno desierto, en un valle anchuroso: fealdad irremediable, pero las lugareñas.. Sabiduría divina ¿tendiente a compensar?, ¿O no? Faltaría ver si de veras todas ellas eran angelicales... ¡Y cachondas! Y lo más deseable: buenas para los guisos de diario.

Este pequeño pueblo requería para esta pequeña familia un desplazamiento enorme: avioneta, tren, lancha y coche de caballos. Dos días mínimo de ir y dos de volver que a Demetrio se le harían eternos, sobre todo cuando los deseos de su madre se hacen realidad y conoce a una hermosa joven en la ya mencionada boda.
Su nombre Renata, proveniente de una familia bien de Sacramento... Todo ello se lo contó su tía Zulema, que los acogía esos días en el pueblo. Unos días que Demetrio sintió como feliz descubrimiento, pero con la aprensión de no poder acercarse más a esta jovencita para respetar el protocolo anquilosado de las culturas pueblerinas, que confundían buenos modales con restricciones dictatoriales respecto al amor y sus comienzos.
Esa menuda muchacha de ojos verdes era la mejor candidata que Demetrio podría conseguir y que entraban en sus planes de futuro. Pero no solo la distancia se interponían entre estos dos jóvenes recién enamorados. Otra mujer, de moral libertina, como la calificaría doña Telma, se encontraba también en el camino de nuestro protagonista, creando un triángulo cuyos ángulos oscilaban entre el amor, el sexo y lo socialmente adecuado.
La ausencia que Mireya había sentido en esos días, la preocupó y le hizo decidir atar en corto a su joven promesa de un futuro mejor para ella, dispuesta a dejar su vida pecaminosa y comenzar una vida con este cliente tan cercano y querido en poco tiempo.
Ahora le toca a este joven larguirucho decidir cuál es el mejor camino a seguir:

En fin: quejas y sexo frenéticos; reciclaje atormentado, y fastidio al tope para el agrónomo salaz, a quien, a sabiendas de que todo aquello se le presentaba como un panorama repleto de mugre, no dejaba de despertarle compasión... Y el amor ¿un extravío? Darlo, darle, con ceguera sentimental.

Demetrio tendrá que tomar una decisión para acabar con este triángulo amoroso, pero a sabiendas de que cualquier decisión que tome le llevará por derroteros igual o más complicados a los que se enfrenta en estos momentos. La búsqueda incansable de una felicidad absorbida por el placer carnal, de manera directa o en la lejanía. Un camino lleno de escollos en forma de personajes que se cruzarán en la vida de Demetrio inexorablemente jugando un papel fundamental en su vida y que, por alguna razón, son todos del sexo femenino:

Telma, la abnegada madre de Demetrio. Mujer mayor cuyos hijos viven alejados de ella y cuya única esperanza de no quedarse definitivamente sola es su pequeño Demetrio, al que intentará conducir por el camino de la rectitud y el decoro, intentando no llevarle la contraria para conseguir la cercanía de una familia que la haga descansar los días que le quedan en paz y buena compañía.
Zulema, la tía de Demetrio y habitante de Sacramento. Con un pasado amoroso triste y un objetivo en marcha: casar a su sobrino y convertirse en su segunda madre (Telma es la primera, claro), para lograr esa ilusión de la maternidad no conseguida.
Luisa, madre de la joven Renata y mujer de altas convicciones religiosas y morales. Amante de la tradición más estricta y con el temor, como el de sus antecesoras, de quedarse sin la compañía de la última de sus hijas que le queda por casar.
Renata y Mireya. Una joven y la otra madura; Una con vida discreta y santa y la otra de vida ociosa y profesión de moral dudosa. Dos caras de una misma moneda para Demetrio:

Sus ideas no fluían, pero su alma... ¿pensaba? Algo apenas: un aplaste que ni para cuándo hallara un molde. El aplaste de una masa carnal, con desbarajuste de piernas, senos, nalgas y dos rostros: el de Renata y el de Mireya: cielo e infierno, santidad y pecado, intemporalidad y circunstancia, cruenta lucha y mero juego.

Una novela difícil, con personajes perturbadores y en una época donde la modernidad se acercaba a pasitos, donde los placeres de la vida se convertían en rayos de esperanza que conseguir con grandes dificultades y pasando por la última prueba, el matrimonio.


AUTOR

Daniel Sada (Mexicali, México, 1953) estudió periodismo. Ha publicado los libros de relatos Juguetes de nadie y otras historias (1985), Registro de causantes (1992, Premio Xavier Villaurrutia), El límite (1996), y las novelas Lampa vida (1980), Albedrío (1988), Una de dos (1994), llevada al cine en 2002, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe (1999, Premio José Fuentes Mares), que tuvo un gran éxito de crítica y de público, un gran hito de la narrativa mexicana, Luces artificiales (2002), Ritmo Delta (2005, Premio de Narrativa Colima) y La duración de los empeños simples (2006). Sobre Daniel Sada se ha dicho: "No es tanto un narrador como una prosa. Llamarlo estilista es denigrarlo. Es uno de los formalistas más extremos del idioma, el más arriesgado de los mexicanos" (Rafael Lemus, Letras Libres); "Un narrador profundamente cercano a la esencia del hombre" (Álvaro Mutis); "Sada renovó la novela mexicana con Porque parece mentira la verdad nunca se sabe" (Juan Villoro); "En cada línea, en cada libro, a lo largo ya de muchos años, Daniel Sada ha resultado ser el hombre-novela de su generación. Pocos como él tan enamorados, con doloroso empecinamiento, de la forma, orfebre para quien -rareza entre los novelistas- cada palabra pesa en oro" (Christopher Domínguez Michael); "Daniel Sada será una revelación para la literatura mundial" (Carlos Fuentes); "Daniel Sada, sin duda, está escribiendo una de las obras más ambiciosas de nuestro español, parangonable únicamente con la obra de Lezama, aunque el barroco de Lezama, como sabemos, tiene la escenografía del trópico, que se presta bastante bien a un ejercicio barroco, y el barroco de Sada sucede en el desierto" (Roberto Bolaño).

PUNTUACIÓN: 2/5

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