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lunes, 10 de julio de 2017

La diosa de las pequeñas victorias

TÍTULO: La diosa de las pequeñas victorias

AUTORA: Yannick Grannec

EDITORIAL: Alfaguara

FORMATO: Rústica

NÚMERO DE PÁGINAS: 454

FECHA DE PUBLICACIÓN: abril de 2015

SINOPSIS:

Universidad de Princeton, 1980. La joven documentalista Anna Roth emprende una ambiciosa tarea: recuperar los archivos de Kurt Gödel, el matemático más fascinante y hermético del siglo xx. Su misión consiste en ganarse la confianza de la viuda de Gödel, Adele, una anciana muy peculiar, reacia a entregar esos documentos de gran valor científico.

Tras su primer encuentro, Adele establece sus reglas. Sabe que su muerte está próxima y tiene una historia que contar, un relato que nadie ha escuchado hasta entonces. De la Viena de los años treinta al Princeton de posguerra, de la Segunda Guerra Mundial al macartismo, del fin del ideal positivista a la llegada del arma nuclear, Anna se rinde a los encantos de una mujer que vivió confrontada a la difícil ecuación entre genio y amor, y que le proporcionará el valor necesario para cambiar su propia vida.

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Es sorprende que una simple novela pueda aportarte tantos conocimientos y descubrir personajes relevantes de la Historia de los que no tenías ni idea de su existencia. Hasta que no empecé a leer "La diosa de las pequeñas victorias", no fui consciente de la existencia de Kurt Gödel, un genio matemático que se codeó entre los grandes. Supongo que el hecho de ser un campo, el de las matemáticas, en el que no me siento muy cómoda, puede haber influido en mi total desconocimiento sobre nuestro protagonista, pero creo que no hay nada mejor como una agradable lectura para descubrirlo.

Pero no estamos ante una biografía de este gran hombre. La novela de Grannec no deja de ser una ficción sobre la vida de Gödel, pero contada a través de los ojos de su esposa, Adele Gödel. Con datos, acontecimientos e incluso anécdotas de rigurosa autenticidad, pero con la magia que otorgan las palabras para transportarnos a la complicada vida de una mujer arrastrada por la brillantez de su excéntrico esposo... Porque, en muchas ocasiones, detrás de un gran hombre se esconde una extraordinaria mujer.


Los matemáticos son como los niños que apilan ladrillos de verdades unos encima de otros para construir la pared que llenará el vacío del espacio. Se preguntan si algunos de ellos son realmente sólidos, si no harán que el conjunto se hunda. He demostrado que en determinadas partes de la pared, algunos ladrillos son inaccesibles. Nunca será posible, pues, comprobar que toda la pared es sólida.


Pero las mentes más brillantes suelen ser también las más atormentadas y son muchos los casos en los que, a lo largo de la historia, grandes pensadores y maestros en su campo perdían el razocinio por intentar encontrar esa verdad universal, esa respuesta perfecta que descubriera LA incógnita más imposible.

Gödel fue una de esas pobres almas atormentadas y Adele fue el bastón donde apoyarse, su faro en los momentos más oscuros y su guía en el difícil camino de la vida, aunque el precio que debió pagar por ello fue una existencia carente del amor y la felicidad que tanto se merecía.

La Viena de los años treinta fue la tímida espectadora del romance del matemático y la bailarina. Una mujer sin estudios pero valiente y decidida a encontrar su posición en un mundo lleno de prejuicios. Unas barreras que tuvo que superar provenientes de las personas más allegadas, así como la  perpetua intransigencia de su familia política. Todo para demostrar que era digna merecedora del afecto de Gödel.


Su vida, nuestra historia, el futuro del país: todo era un puro desorden. Yo tenía que limpiar aquella suciedad. Tenía que aprender a domesticar su caos si quería imaginar que teníamos un futuro. Yo es que soy así: díganme que soy necesaria y muevo montañas.


Así era Adele y así se lo transmite, a lo largo de la novela a la joven Anna, una documentalista de IAS (Instituto de Estudios Avanzados) que es enviada al asilo donde la señora Gödel pasa sus últimos  años de vida. Su misión es conseguir el Nashlass (el legado) de Kurt Gödel y para ello primero se tendrá que ganar la confianza de esta anciana con malas pulgas pero con una fascinante historia que contar.

La relación entre Anna y Adele se irá intensificando mientras esta última hace un somero recorrido por la vida de su esposo y la suya propia, unidos en la guerra y en las adversidades de una Europa convulsa que les llevará a establecerse finalmente en Estados Unidos. Su refugio será la prometedora ciudad de Princenton, donde Gödel consolidará todo su prestigio como matemático.


¿Qué eran el tumulto del mundo o las jeremiadas de una mujer comparados con el infinito de las matemáticas? Kurt siempre estuvo fuera del juego. "Aquí" y " ahora" eran una posición espacio-temporal desagradable, un imperativo que yo sí debía tener en cuenta para permitirnos sobrevivir.


La vida de Adele se acomodó en su nuevo hogar, aunque siempre con el sufrimiento de un marido cuyos brotes psicóticos no hacían más que empeorar, haciendo de la convivencia un campo de minas intransitable. Su soledad se intensificaba conforme la fama de su esposo crecía.  Su amargura eran un reflejo de esa soledad y era algo mucho más difícil de sobrellevar.

Es en este periodo donde aparecen en la vida de los Gödel personajes de la talla de Albert Einstein, Robert Oppenheimer o Wolfgang Pauli entre otros. Hombres cuya relación con el matemático será crucial y que ayudarán tanto al científico como a su cansada y susceptible mujer.

Todos ellos, sus teorías y descubrimientos, marcarán una época de auge empírico en esta ciudad y Adele será una privilegiada espectadora de todos estos acontecimientos, aunque no logre entender la mayor parte de estas amistosas pero sesudas conversaciones.


-La gente tiene derecho a intentar entender.
-Pues claro, Adele, querida. Pero los profanos se refriegan con la ciencia como los hebreos con el becerro de oro. El misterio de la complicidad va sustituyendo poco a poco al de la divinidad. Somos los nuevos sacerdotes ¡Oficiamos con nuestras batas blancas y nuestro acento no muy de fiar! Ya le llegará la vez amigo mío. Antes o después, será un mito.



Mientras la Guerra Fría aparece en los Estados Unidos, Gödel cubre su existencia con el telón de la desconfianza. Vive sumido en una paranoia llena de conspiraciones contra su persona, espionajes e intentos de eliminarle de las formas más rocanbolescas. De esas ideas extremas aparece su intención de recluirse, apartarse de la vida y dejar que ésta pase evitando al mundo y todo el contacto humano posible.

Su mente privilegiada se ve sumida en un caos que solo Adele entiende pero que  la exasperarla incluso a estas alturas del matrimonio. Los años pasan, los reconocimientos hacia su brillante marido crecen y ella sigue ahí, sujetando con hilos la estabilidad que une la locura con la realidad.


-Kurt nunca padeció esquizofrenia, como le pasaba a Nash. Los médicos le diagnosticaron una psicosis paranoide. Las matemáticas lo mataron y a la vez lo salvaron de la melancolía. Ejercitar la mente era lo que le mantenía de una sola pieza. Era un uso tan exclusivo que hasta se olvidaba de su propio cuerpo. A la vez un combustible y un veneno. No podía vivir ni con ellas ni sin ellas. Si hubiese dejado de investigar, le habría llegado antes el fin.


Durante su vida realizó muchas investigaciones y descubrimientos matemáticos, como el teorema de la incompletitud y otras teorías lógico-filosóficas que le aportaron numerosos reconocimientos. Se convirtió en uno de los lógicos más importantes de todos los tiempos, pero su pasión por las matemáticas fue también su perdición.

Adele vivió esa transformación de primera mano y esta novela no deja de ser una alabanza hacia ella. Un reconocimiento hacia este personaje que, aunque en las sombras, fue tan importante como su cónyuge . Una mujer valiente que nunca se separó del lado de su marido y supo acomodar su propia vida al reflejo de la de él.

Yannick Grannec crea una novela para todas esas Adele que vivieron a la sombra de grandes hombres que, gracias a sus pequeñas victorias, nunca dejaron de ser diosas en el Olimpo de la Historia.


AUTORA

Yannick Grannec, nacida en Francia, estudió en la École Nationale Supérieure de Création Industrielle. Es diseñadora industrial, profesora de Bellas Artes y una apasionada de las matemáticas. Escribió libros infantiles (Bleus, Rouges, Jaunes, Verts) antes de publicar su primera novela, La diosa de las pequeñas victorias, galardonada con el prestigioso premio de los libreros franceses en 2013, y que está siendo traducida con gran éxito en varios países. 
En la actualidad Grannec vive en Saint-Paul-de-Vence y escribe su nueva novela.


PUNTUACIÓN: 4/5

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